¿Son importantes los amplificadores de potencia?
¿Qué hace la sección de salida de una etapa de potencia?
Uno de los errores más frecuentes que se cometen a la hora de configurar un sistema de Alta Fidelidad y de Cine en Casa es hacerse con un amplificador cuya potencia de salida sea incapaz de optimizar el comportamiento de las cajas acústicas, léase de asegurar un funcionamiento sin distorsión de las mismas a niveles de presión sonora elevados.
Sin una buena alimentación no hay dinámica ni realismo sonoro
Los amplificadores de potencia se dividen de forma lógica en dos áreas funcionales principales: por un lado está la fuente de alimentación, cuya misión es proporcionar una reserva de energía limpia y clara para satisfacer las necesidades de potencia instantánea de la música, y por otro se encuentra la circuitería de audio propiamente dicha, que utiliza la citada energía para “hacer” música. A su vez, los circuitos de audio se dividen entre los encargados de llevar a cabo la ganancia de tensión y que a su vez amplifican literalmente la señal, y los que se agrupan en la etapa de salida, cuya misión es suministrar toda la corriente necesaria para “apoyar” a la tensión amplificada cuando ésta es transferida a las cajas acústicas.
Así pues, una vez que la señal ha sido magnificada a un “tamaño” apropiado, debe disponer de la potencia necesaria para atacar una determinada caja acústica, que a su vez tendrá unas características –impedancia nominal, impedancia mínima, sensibilidad, capacidad de manejo de potencia- que deberán ser tenidas en cuenta si de verdad queremos obtener unos resultados óptimos.
En síntesis, esta es la misión de la etapa de salida del amplificador: mantener la misma “presión” eléctrica que recibe y a la vez suministrar la corriente suficiente para satisfacer las necesidades de la caja acústica que le haya sido conectada, independientemente de cual sea el nivel de volumen con el que queramos escuchar nuestra música favorita. Si esto falla, adiós pegada, adiós dinámica… en definitiva, adiós música… por lo menos en Alta Fidelidad.
Expliquémoslo de un modo práctico
Para comprender mejor lo que acabamos de decir, puede resultar útil pensar en términos de la fontanería más cotidiana. Así pues, imaginemos que el amplificador es una bomba de alta calidad diseñada para mantener una cierta presión (tensión, es decir la señal de audio). En consecuencia, la etapa de salida debe mantener de forma precisa dicha presión en el caso de que súbitamente se viese obligada a rellenar una cañería de mayor diámetro (se supone que hasta ese instante dicha cañería ha conservado un grosor más o menos constante). Evidentemente, si el suministro de agua (fuente de alimentación) o la propia bomba (la etapa de salida) no es capaz de llevar a cabo el relleno de esa cañería de mayor diámetro (la caja acústica), la presión disminuirá. Cualquier variación, sea por la razón que sea, en el valor correcto de la presión supondrá una importante forma de distorsión que lógicamente penalizará la calidad de la escucha.
En los amplificadores bien diseñados, del mismo modo que grandes barras de cobre se encargan de transportar energía desde la fuente de alimentación hasta la etapa de salida, barras de conducción adicionales de cobre sólido harán lo propio con la señal de alta corriente procedente de aquélla, transportándola directamente a los terminales de la caja acústica (sin la intervención de cables ni relés, susceptibles ambos de introducir importantes limitaciones en las prestaciones). Esta conducción de la energía a través de grandes barras de metal proporciona un trayecto de baja impedancia para la señal dirigida a los terminales de las cajas acústicas mucho mejor que el ofrecido por cables convencionales de muy alto grosor. También elimina las pequeñas diferencias que se producen en las prestaciones de dos amplificadores teóricamente idénticos, como consecuencia de variaciones en la ubicación de cables flexibles en su interior. A modo de resumen, podríamos decir que de la etapa de salida, en el bien entendido de que recibe energía de una fuente alimentación en condiciones, depende que la Alta Fidelidad en la reproducción del sonido estereofónico o multicanal sea digna de tal nombre.
El tipo de dispositivo de salida sí importa
Hay, por supuesto, otros aspectos fundamentales en términos de sonido que tienen que ver con el tipo de dispositivo que protagoniza el diseño de la etapa de salida. Aunque esta sea una temática para tratar en otra ocasión, bien estará conocer, aunque sea de modo genérico, algunas particularidades que sin lugar a dudas nos ayudarán a la hora de conseguir ese perfecto “maridaje” con las cajas acústicas al que antes hemos hecho referencia. Así, de los transistores bipolares (BJT) es bueno saber que pueden entregar más corriente que las válvulas de vacío, lo que los hace más indicados para tratar con cajas acústicas cuya impedancia mínima es igual o inferior a 3 ohmios. Por el contrario, las válvulas de vacío se “entienden” mejor con las cajas acústicas cuya impedancia mínima es de 4 ohmios. Hay también un tipo de transistor muy interesante llamado transistor de efecto de campo o FET que tiene la muy interesante particularidad de entregar más corriente que las válvulas de vacío, proporcionando a la vez un sonido más propio de estas últimas que de un transistor bipolar. Todo esto, lógicamente, admite un amplísimo espectro de variaciones motivadas tanto por el tipo y la calidad del componente empleado, como la circuitería que hay detrás, hasta el punto de poder hablar de un sonido característico para cada sistema amplificador/cajas.
Fuente: http://bit.ly/2NAlTsh
No hay comentarios:
Publicar un comentario